Entradas

Mostrando entradas de abril, 2011

Momo

Imagen
Hacía años que no acariciaba mis recuerdos sobre ti. Que no me hundía en memorias de tu cuerpo descansando a mi lado, tu suaves maullidos, tus pinches uñas. Tenía tanto tiempo que no me retorcía de miedo al recordar lo que fue tenerte en mis brazos ese infernal día, el verte desvanecer lentamente en el umbral de la muerte. El sentir el frio de tu cuerpo, la sangre escurriendo por mis manos. Que no lloraba como histérica por tu ausencia. La impotencia de saber que probablemente fue mi culpa, siempre lo es. Este cariño inutil, este maldito jodido cariño por un animal. Que fuiste la unica que me escuchaba, que estuvo ahí cuando mas la necesite, que fue mi compañera, mi pañuelo de lagrimas y mi distracción de lo real. Mi ultimo polvo antes de caer en el precipicio. Fuiste tú, el unico animalejo capaz de hacerme sentir algo. Y me aterra volver a tener ese sentimiento, volver a querer a alguien como lo hice contigo, por que no es real. No son tu. Y probablemente todo termine igual. Con mis ...

Vamos a ponerle titulo a estas pendejadas

Hoy amanecí con encabronadas ganas de escribirte una historia. Pero no cualquier historia, una que te dejara saber con mis letras lo que mis ojos callan, que se guardan hasta dentro del iris, no de mi alma. El contarte sobre mis jodidas alergias estacionales, mis necias ganas de extrañarte y no poder hacer nada al respecto. Y cuando puedo, el destino confabula en mi contra para que no pueda hacer nada. Como la vez que el camion chocó mientras yo me perdía en el cabello de la pelirroja. Te podría volver a contar mis nauseas, pero cada vez son menos recurrentes, o de esas partes del cuerpo que reptan y aman. Ah malditos (infatuables) amores que corren por la vida como unicornios con bigotes. Tengo ganas de subirme a un camion que me lleve a ningún lado, con la insolación y la bola de pendejos seguro se me ocurre algo. Un cuento buchon. No sabes que, no te necesito, puedo vivir claramente y sin duda alguna una semana sin ti. Meh, a quien engaño. Te necesito casi tanto como a la sangre qu...