Yo no extraño Guadalajara, ni extraño los momentos que pasamos. No extraño a la gente que dejé atrás y mucho menos a la gente nueva. No extraño, para nada, el clima raro y el pésimo transporte público Extraño su sonrisa Extraño las risas eternas, y la compañía, antes de que todo se fuera al carajo. Extraño el té, y esos sabores que ya no se encuentran A los fantasmas escondidos en la presuntuosidad y lentes de pasta. Extraño a los que les conté todo en algún momento y ya lo olvidaron. Extraño los poemas en el pasto y las clases sin sentido mi cocina oliendo a intento de comida, las películas que no veíamos. Extraño a la oveja negra y las noches cargadas de cerveza, de cigarro, y de pláticas de verdad. Extraño tal vez un recuerdo que nunca pasó o la infinita posibilidad de que pudiera haber pasado. Y ese constante martillar en mi cabeza de que la estoy cagando. No quiero extrañar una ciudad que me expulsó a la fuerza, que me dejó sin ganas y sin oportuni...
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