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Mostrando entradas de septiembre, 2012
El cuarto estaba vacío, desolado. Papeles tirados, la cama individual revuelta entre sabanas y ropa, cajas de pizza tiradas al rededor de el piso. Por la ventana, un Paris nublado, Paris lugubre, Paris solo. Él, sentado en ese escritorio de madera desgastado con las manos hundidas en su vasto cabello negro azabache, la mirada perdida en el horizonte. Ella del otro lado de la habitación, gritaba, frunciendo el ceño, moviendose por todos lados mientras agitaba las manos. Él la miraba cansado.  Aventó la silla y salió del cuarto, el encierro lo arrastraba lentamente a la locura. Su caminar parecía casi robotico, con ese ritmo pausado y constante, y esos ojos color miel impenetrables. Ella sonreía, estaban en un parque, mientras con las manos jugeteaba con una rosa que él le había dado. Se miraron por un momento, perdidos el uno en el otro.  La lluvia comenzó a caer por todo Paris. Él levanto la cara, solo, mientras las gotas y las lagrimas acariciaban sus mejillas busca...